Ver Patagonia 2007 - 11 de febrero en un mapa más grande
Isla Quinchao – Llau-Llao (Isla de Chiloé, X Región, Chile)
Distancia recorrida: 14 kmts.
Daniel me llamó a las 8 y me dijo “Malas noticias. La ropa sigue empapada.” Optamos por levantar todo el campamento, y dejar solamente la ropa secándose en las sogas, ir a la isla Quinchao, escondiendo ahí las alforjas entre algunos arbustos antes de recorrerla. Nicolas me hizo un té y luego nos despedimos, pues él continuaba por otro lado. Con Daniel partimos y pasamos por un mercado donde compré galletitas, bananas y pasas de uva. Nos dirigimos rumbo al puerto, donde inmediatamente nos subimos al transbordador que gratuitamente y en pocos minutos nos dejaría al otro lado del mar interior, en la isla Quinchao. Ascendimos una cuesta y en la primera casa que vimos le pedimos al dueño que nos dejara poner nuestros bártulos escondidos detrás de su casa. Luego continuamos. En un par de horas llegamos hasta Achao, donde visitamos la iglesia que es Patrimonio de la Humanidad y descansamos un rato en la plaza. Luego nos dirigimos hasta la playa, donde Daniel tenía intenciones de darse un chapuzón, pero metió solamente las patas, pues el agua estaba fría. Sacamos un par de fotos y emprendimos un pronto regreso.
En la costa de Achao
Nos desviamos hacia la comuna de Curaco de Vélez, donde se celebraba un festival gastronómico en el que yo comí un par de empanadas de manzana y Daniel, ostras. Continuamos viaje y en poco tiempo estábamos embarcándonos de regreso hacia Dalcahue. Retornamos al camping, donde agarramos toda nuestra ropa. Fui a la plaza a armar mis alforjas mientras Daniel compraba pescado en el puerto. Cuando regresó emprendimos el trecho hacia Castro. Después de algunas horas de duras escaladas llegamos a Llau-Llao, donde en la entrada compramos paltas al costado de la ruta. Allí se celebraba otro festival gastronómico, pero llegamos tarde y la gente ya se estaba yendo. Buscamos un mercadito y Daniel compró mayonesa para acompañar la palta y yo tomé un helado de palito de naranja. Terminamos armando las carpas en el parque de la iglesia del lugar. Comimos las paltas mientras charlábamos de política, religión, ecología y diversos temas, y en seguida nos fuimos a dormir.
Daniel me llamó a las 8 y me dijo “Malas noticias. La ropa sigue empapada.” Optamos por levantar todo el campamento, y dejar solamente la ropa secándose en las sogas, ir a la isla Quinchao, escondiendo ahí las alforjas entre algunos arbustos antes de recorrerla. Nicolas me hizo un té y luego nos despedimos, pues él continuaba por otro lado. Con Daniel partimos y pasamos por un mercado donde compré galletitas, bananas y pasas de uva. Nos dirigimos rumbo al puerto, donde inmediatamente nos subimos al transbordador que gratuitamente y en pocos minutos nos dejaría al otro lado del mar interior, en la isla Quinchao. Ascendimos una cuesta y en la primera casa que vimos le pedimos al dueño que nos dejara poner nuestros bártulos escondidos detrás de su casa. Luego continuamos. En un par de horas llegamos hasta Achao, donde visitamos la iglesia que es Patrimonio de la Humanidad y descansamos un rato en la plaza. Luego nos dirigimos hasta la playa, donde Daniel tenía intenciones de darse un chapuzón, pero metió solamente las patas, pues el agua estaba fría. Sacamos un par de fotos y emprendimos un pronto regreso.
En la costa de AchaoNos desviamos hacia la comuna de Curaco de Vélez, donde se celebraba un festival gastronómico en el que yo comí un par de empanadas de manzana y Daniel, ostras. Continuamos viaje y en poco tiempo estábamos embarcándonos de regreso hacia Dalcahue. Retornamos al camping, donde agarramos toda nuestra ropa. Fui a la plaza a armar mis alforjas mientras Daniel compraba pescado en el puerto. Cuando regresó emprendimos el trecho hacia Castro. Después de algunas horas de duras escaladas llegamos a Llau-Llao, donde en la entrada compramos paltas al costado de la ruta. Allí se celebraba otro festival gastronómico, pero llegamos tarde y la gente ya se estaba yendo. Buscamos un mercadito y Daniel compró mayonesa para acompañar la palta y yo tomé un helado de palito de naranja. Terminamos armando las carpas en el parque de la iglesia del lugar. Comimos las paltas mientras charlábamos de política, religión, ecología y diversos temas, y en seguida nos fuimos a dormir.
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