Patagonia 2007 - 5 de febrero


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Puerto Montt – Ruta Nº 5 (X Región, Chile)
Distancia recorrida: 49 kmts.

A las 9 de la mañana abrí mis ojos. Afuera lloviznaba. Me bañé y salí. Pasé por una casa de cambio donde cambié 40 euros, luego por el cibercafé donde paré el día anterior a juntar información de la isla de Chiloé, y por el supermercado a comprar víveres esenciales para una supervivencia allí. Regresé al hospedaje y me hice arroz con hongos y palta como almuerzo. La lluvia se puse fuerte así que le dije a Leticia que quizá me quedaría una noche más. Volví a mi cuarto y al poco tiempo cesó completamente el chubasco y comenzó a aclarar el cielo. Aproveché y armé rápidamente mi bicicleta para salir en dirección a Pargua. Le pregunté al nieto de Leticia dónde podría encontrar una bicicletería (los chilenos les llaman “taller de bicicletas”, es inútil preguntarles por una “bicicletería”). El chico me dijo que probablemente estarían cerradas, entonces partí directamente. Tomé la ruta 5 y en el camino encontré un nylon bastante lindo que me serviría para resguardar mi goterosa carpa de la lluvia. Seguí un poco más, hasta que en un momento veo una manchita peluda en la banquina. Con una arriesgada maniobra la esquivé y me detuve. Volví y me acerqué a ver qué era. Parecía un cuis; Estaba todo acurrucado y temblaba de frío o de miedo. Lo toqué despacito y no reaccionaba. Lo levanté y se acomodó en mis manos, cerrando los ojitos. Me dio mucha pena pensar que alguien podría pisarlo con un auto si seguía ahí tirado, por lo que decidí llevarlo conmigo e intentar reanimarlo con alimento. Agarré una cajita de cartón que había cerca tirada y lo metí dentro. En seguida busqué por ahí una zona donde armar mi carpa, pues ya eran las 20 hs. y se acercaban unas nubes amenazantes. Crucé un alambrado y desensillé el corcel de hierro para armar la tienda. Luego me dediqué a tratar de hacer reaccionar al pequeño amigo. Decidí bautizarlo “Ro”, ya que era un roedor y como no sabía el sexo podía aplicarse a Rodolfo, Romina, Rolando, Roxana, Roberto, Rosa, etc., Parecía enfermo, se movía de una forma extraña, siempre temblando, y de vez en cuando lloraba chillando. Tampoco quería comer nada de lo que yo le daba, ni tomar agua. Intenté con zanahoria y galletitas y no hubo caso. Le puse una toalla en la cajita para que esté más cómodo y ahí se acurrucó. Yo cené zanahoria, palta con galletitas y banana de postre. Me acosté y la lluvia comenzó a caer fuerte, pero esta vez no entró gracias a mi cubretecho improvisado.

Un nuevo compañerito de viaje

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