Patagonia 2007 - 13 de enero

Villa Traful (Neuquén, Argentina)

Nos levantamos temprano y subimos un poco al Cerro Negro, donde nos tomamos un par de fotos.

A los pies del Cerro Negro

Mariana fue a la costa y yo a la secretaría de información turística a usar un turno de Internet que ella me cedió. Luego de responder mails y comunicarme por MSN con mi familia, me despedí de Mariana, pues ella se iba para Villa La Angostura y de ahí a Chile. Quedamos en reencontrarnos en Pucón. Cuando se retiró yo volví al hostel y me senté afuera a tocar un poco la guitarra con los amigos de Ricardo. Volví luego a mi habitación y Charly me invitó a ir con ellos a la playa, del Lago Traful así que preparé mi mochila y los acompañé. Cerca del muelle nos metimos un poco en el lago, pero el agua estaba extremadamente fría. Me quedé charlando con Marcelo, el muchacho que me había informado previamente sobre el pan y la mermelada, y me contó sobre sus estudios de física y su gusto por el cine, especialmente Herzog y Tarkovski. A todo esto, Ricky buceaba como si nada en medio del lago y otro chico (Facu, luego apodado “El Culeao”) tiraba piedras al agua haciendo sapito. Las piedras pronto pasaron a ser peñascos y cuando se aburrió, tomó un palo y comenzó a batear al grito de “¡Jonrón!”. Era gracioso y molesto al mismo tiempo. El resto practicaban saltos ornamentales desde el muelle.

A orillas del Lago Traful

Pronto asaltó el hambre generalizada, así que partimos hacia el interior de las calles de tierra en busca de algún lugarcito para comer. A tres cuadras encontramos un bar al aire libre con un toldo y mesas de madera. Los chicos comieron sándwiches de milanesa, hamburguesas y papas fritas, con Coca-Cola, Yo me anoté con las papas. Luego volvimos al hostel y seguimos tocando la guitarra y cantando hasta la noche, un repertorio pop variado. Fue gracioso cuando en un momento me puse a tocar en la criolla el riff del tema “Holy Wars”, de Megadeth, y otro chico se sumó, y luego un tercero se puso a cantar. Uno le dijo “es un Mustaine decadente”, a lo que “El Culeao” agregó; “Sí, después de Hiroshima”. El susodicho agarró entonces una guitarra, la cual no soltó hasta entrada la madrugada y “entonó” “No Woman no Cry” de Bob Marley con la letra cambiada; “Yo quiero pescar… mojarra no hay”, hasta el hartazgo. Más tarde alguien sacó un cancionero e hicimos temas variados; Bersuit, Ricky Martin, Red Hot Chili Peppers y todo tipo de giladas. Demás está decir que el nivel lírico era el mismo de una piara de marineros alcoholizados, o peor, pero lo más gracioso eran las caras que ponían el resto de los huéspedes del hostel. A la noche compré unos fideos y me los cociné; tallarines con aceite y sal. Luego me fui a mi pieza, que ahora había sido trasladada con el resto de los chicos. Compartí la habitación con Ricky, Charly y Fede. Como afuera el resto seguía canturreando sin decoro y nosotros queríamos dormir, a Ricky no se le ocurrió mejor idea que golpear el vidrio de la habitación desde adentro y cuando los otros miraron, les mostró el culo. Nos reímos tanto que no podíamos parar. Apagamos la luz y seguíamos, parecíamos ya drogados pero ninguno lo estaba. Cuando ya nos ahogábamos del llanto y nos dolía mucho la panza, paramos definitivamente y nos dormimos.

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